domingo, 4 de octubre de 2020

Human Be-In

 

El fin de semana pasado, fui a un lugar al que siempre recurro cuando necesito despejar mi mente, es un lugar secreto, donde se dan citas diferentes seres extraños, algunos soberbiamente brillantes, otros tristemente abatidos, que encuentran en este espacio, un hueco de sobriedad atmosférica. Yo llegué ahí gracias a mi amigo Human Be-in, lo conocí en un callejón, tirado en la basura, maltrecho, un verdadero desastre, en medio de un muladar amenazante, donde las ratas tenían su reino. Tenía grabado en su brazo: IBM crap.

Yo lo llevé a mi casa, curé sus heridas como pude, y le ofrecí algo de comida y tragos reconfortantes. Desde ese momento, nuestra amistad se forjó en fuego, sobre todo por su erudición en rock and roll, contracultura e ideas revolucionarias e incendiarias. A medida que mejoraba su condición física, su mente abría nuevos espacios , que habían sido cerrados después de un violento choque de dura realidad. Al mes partió, pero cada quince días acudía a mi hogar, donde poníamos discos, hablábamos de cosas relevantes, como tipos de guitarras, artefactos explosivos para darle una patada baja al Gran Hermano, experiencias psicodélicas, o cualquier tema que se cruzara en el camino hacia la revolución.

Human Be-in lucía agotado, los hilos pendían de lo invisible, su estancia en los mejores eventos de rock and roll, lo habían debilitado.

Sentado, en mi regazo, un poco ebrio- Liberen a John Sinclair-

-Eso fue hace mucho- respondo.

-Aún sigue ahí, todos parecen divertirse mucho con sus teléfonos móviles. Attali tenía razón. La diáspora del poder institucionalizado, incluyendo la música, se ha dispersado, sin un punto fijo. Cada quién es su propio verdugo y su azote. La naturaleza efímera y no-localizada de la música, ha derivado en un sinsentido -¡Liberen a John, libérenlo ya!-

Nadie supo dónde vivía Human Be-in, ni cuántos años tenía, ni quién fue su creador, el muñeco de ventrílocuo siempre estaba malhumorado, con su cigarrillo que delataba su estado de ánimo, cansado, harto del mundo, un cigarrillo que apuntaba al suelo, en un ángulo triste, y desganado.

Lo llevé en mis brazos, llegamos a un hoyo funky, alguien puso algo de MC5. Sus ojos se encendieron, después se inundaron de lágrimas, sentí su leve temblor. Human Be-in deseaba morir en ese momento, recordó cuando se incendiaron las banderas gringas, cuando se vislumbró una esperanza, efímera pero poderosa.. Su emoción fue fulminante, falleció en mis brazos, tuvo una visión, lo supe cuando apuntó a la nada y gritó: ¡Kick out the jams motherfuckers!




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