sábado, 6 de julio de 2019

La mariposa azul


Todos los hombres luchan por algo, o por lo menos Don Juan Pérez lo hacía. En calidad de supervisor de ventas, Don Juan era respetado en su trabajo, sobre todo por la rapidez y solvencia para resolver problemasde -Don Juan ¿pasa esta venta o no? ¿Si hay adeudo en el domicilio?- éstas preguntas eran frecuentes, y su orgullo era el producto de su trabajo- No Arturito, no pasa, por esto , por el otro- respondía.

Siempre usaba corbata, él sabía que los de su rango deben estar siempre presentables - ¿con qué indulgencia  cuenta usted para presentarse a los clientes con esa facha? espetaba a sus subordinados. Nunca llegó tarde al trabajo. podía presumir de su diligencia con y para todo, desde llevar los chilaquiles calientitos para la jefa de área, hasta llevar los zapatos lustrosos antes de pisar orgulloso el piso donde laboraba.

El fútbol, esa era su pasión, los partidos del mundial eran motivo de fiesta en la oficina, incluso se atrevía a desabrochar un botón de su planchada camisa- sólo por hoy- pensaba ruborizado, con la esperanza de que México calificara a los cuartos de final.

La comida. Nunca gastaba de más, sabía que si gastaba más de 50 pesos diarios no podía llevar chocoroles a sus hijos. Un lujo que no tuvo él de niño, pensaba orgulloso mientras se llevaba la mano al pecho cada vez que se le exaltaba el corazón. Por supuesto que se permitía su coca cola de lata. Una aliciente, un  premio, un privilegio para él, que socarronamente abría como trofeo.

Su esposa. La ingrata lo dejó por otro. Hay momentos en la vida en que la vista se nubla y hace a los hombres honestos cometer pendejadas. Ella se hartó de su prontitud, de su "hacer bien las cosas", incluso cuando se atrevía a emborracharse cuidadosamente con tres cervezas, ¡vaya soltura de hombre pensaba sobre sí mismo! Mientras inconscientemente su cuerpo ya estaba preparado para levantarse a las 6 en punto y listo para pedir los chilaquiles y presentarse pulcramente con el mismo pantalón a su oficina.

Su filosofía. Bien sabía él que sólo hay dos tipos de hombres: los que quieren salir adelante y los flojos que siempre se quejan de todo ¿cómo puede andar alguien por ahí manifestándose si no sabe lo que es partirse el lomo todo el día? El trabajo y el ejercicio hacen de los hombres seres humanos de bien, cavilaba profundamente mientras corría por la cuadra que estaba justo frente al deportivo. Solía correr todas las mañanas para cuidarse de las enfermedades que anunciaban en la televisión. Su decisión de hacer ejercicio fue resultado de una programa matutino en domingo sobre las enfermedades más comunes. Por supuesto que no fumaba, había leído en el periódico gratuito que el dinero tirado en cigarrillos en un año era una fortuna. Claro que no tenía una fortuna, pero tampoco la había perdido de esa manera.

Los hijos. Los hijos eran los hijos, estaban ahí. Iban bien en la escuela y pedían dinero. Eso era todo.

"2 de octubre de 2012"

Un hombre atolondrado por el alcohol y el thinner, sale en busca de la mariposa azul con la que soñó anoche. La neblina, espumosa, se va abriendo paso sobre sus ojos de gelatina, la siente con una temperatura de 2° a punto de convertirse en hielo. Su cabeza es el piso de asfalto, la multitud se mueve como un trenecito de feria. Sus manos, a diferencia del resto del cuerpo sudan y tiemblan por momentos. Apenas si recuerda qué día es hoy, de dónde salió y a qué va. Sólo espera encontrar esa mariposa azul, que se postró en sus ojos instantes después de mirar al sol. El sueño es perturbador, pues en las cabezas más hoscas confunde el cuerpo con la luz y el aire con la respiración. 
Las moscas son moscas, para después convertirse en monstruos gigantescos. ¿Dónde está la puta mariposa?- grita o cree gritar, va por el parque, no ve nada, sólo rostros desfigurados de seres enfundados en sí mismos. El sol apenas balbucea sus rayos de luz. Huele a movimiento, el aire que respira se hace más pesado, y la luz comienza a fastidiarle. Siempre ha preferido la obscuridad, incluso en su casa no hay electricidad. De la cremallera de su chaqueta siente un puñal, el que siempre carga junto con su crucifijo, que le dio su jefa antes de lanzarse al carajo.
Cree ver algo en el aire que se mueve con la delicadeza de una mariposa. Yerra, pero en un segundo intento lo clava sin querer en el ojo de un hombre. Un hombre que al momento de las pesquisas policiales contaba con una tarjeta  que decía "Supervisor de ventas" y 50 pesos en el bolsillo. Padre de familia y un buen hombre. El otro nunca vio a la mariposa de sus pesadillas, pero una falena lo visita cada tarde en vigilia. Se postra en la celda que lo resguarda de la sociedad hasta el día de su muerte. La observa de vez en cuando y parece hablarle a lo lejos, y cuando intenta atraparla, el oficial de vigilancia siente que le hierve la sangre, justo lo necesario para apalear al recluso.

Deus Ex Machina: El primer policía que llegó traía sonando Big Man With a Gun a todo volumen en su patrulla. El gendarme remató al herido, después se llevó al pobre diablo al ministerio público. Se ganó su medalla de Policía Honorable.

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