Siempre que entraba a algún lugar público, los demás se exaltaban, era como si llegara un
hedor a marranos, pero no era su olor, sino su sola presencia. Portaba un
sombrero raído por los años, y unos modestos zapatos que mandaba a arreglar de
vez en cuando con el zapatero de la colonia. Su semblante es de lo más común,
como la acera que cruza diariamente para saludar a su amigo.
La semana pasada fue a visitarlo, un viejo conocido que fue
testigo de sus pensamientos y aventuras más osadas. El viejo amigo siempre
estaba ahí, escuchando, con la cabeza de un lado a otro según el humor de los
vientos . El "amigo" como él le llamaba, siempre cuidó de él; incluso
una vez le salvó la vida, cuando uno par de bribones se acercaron a él con
navaja en mano y los ojos del Diablo en la frente. Él se escondió en el hueco
de su amigo, sí, su amigo es un árbol, que está ubicado en el parque que da a
su ventana.
Se saludaban todos los días, sin importar las circunstancias. Las pláticas eran tan intensas como serenas. Algunas veces platicaban sobre el estado del clima, otras sobre política y religión, éstos últimos temas enfadan un poco al "amigo", porque no puede comprender cómo los seres humanos no pueden echar raíces y quedarse ahí, viendo el tránsito mundano mientras el sol seca las hojas, después de una brisa.
Se saludaban todos los días, sin importar las circunstancias. Las pláticas eran tan intensas como serenas. Algunas veces platicaban sobre el estado del clima, otras sobre política y religión, éstos últimos temas enfadan un poco al "amigo", porque no puede comprender cómo los seres humanos no pueden echar raíces y quedarse ahí, viendo el tránsito mundano mientras el sol seca las hojas, después de una brisa.
-¿Qué cauce tiene para ti el río de pensamientos que fluyen
como sangre a través de tus venas existenciales? ¿No es suficientemente
religioso recibir el saludo diario de las parvadas que pasan diariamente por
aquí? ¿Qué no soy yo tu mejor amigo y todo lo demás es superfluo y externo?
Decía el "amigo".
Su andar era cabizbajo y vacilante, como si fuera a tirar un
pase de larga distancia en un partido de fútbol, pero antes de patearlo se
retracta y vuelve a tomar la posición correcta. siempre carga con su agenda y
un pañuelo; no le gusta tirar papel en la calle y el pañuelo es además
elegante.
Su avanzada edad le ha hecho comprender dos cosas
importantes que rigen su voluntad y sus sentimientos en cierta medida: Los
árboles son más inteligentes que las personas, y el sol siempre ilumina más a
los vegetales que a los demás seres vivos.
En la escuela le enseñaron que no es posible comunicarse con
el mundo vegetal, a no ser que sean meras correspondencias naturales, al igual
que nos comunicamos con las cucarachas que merodean la cocina del hogar.
Su capacidad de comunicarse con los vegetales, fue creciendo
proporcionalmente en relación inversa a su capacidad para comunicarse con los
humanos o los animales. Sólo podía comunicarse con las cucarachas, que parecían guiarse hacia dónde él les indicaba con el dedo.
Incluso había perdido el toque elegante de quitarse el
sombrero para saludar.Parece como si el viento se hubiera llevado todo el
escenario de una época distinta, con personajes distintos, y hasta con telón
distinto. El mundo había cambiado en un par de minutos, mientras él aún no se
había puesto el traje para entrar en acción. Su desgracia, no era tal como la
comprendemos nosotros, su llegar tarde, sino su llegar demasiado temprano y no
saber qué hacer, que da lo mismo que llegar tarde. Tal vez se maravilló
demasiado con el escenario, con las ínfulas de sus semejantes, y en su
inspeccionar minucioso, se le olvidó girar la cabeza hacia atrás, donde ya no
se estaba en el mismo sitio. Las cosas van más rápido de lo que pensamos, y
cuando alguien dice que el futuro está cerca, en realidad se ha congelado su
visión en el refrigerador de los recuerdos.
En un abrir y cerrar de ojos, notó que ya no podía desplazarse, la gente pasaba sin notar si quiera su presencia, los múltiples brazos, eran ramas, y su amigo lo alimentaba sin descanso cada que despertaba, pero ¿dormía?, más bien soñaba, imaginando el espacio de tiempo en que los seres humanos han perdido el tiempo, robando, mintiendo, llorando, o muriendo como un mueble de madera, sin vida, vacío y ridículo.
El bautizo de la lluvia nocturna terminó por cumplir la transformación, llorando a través de su cuerpo, el agua caía lentamente primero, con violencia después, y un niño corriendo llega, lo abraza, lo protege de la lluvia, el niño le habla, coloca sus audífonos en su corazón de madera, suena "Singing to the Earth" de Apollo Sunshine.
El niño desea ser árbol, y viajar en el mar cósmico de la nada.

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