domingo, 24 de julio de 2016

Ahí nos vemos tío Willy


Hace algunos días regresé de visitar al tío Willy. Como prometí desde que nos conocimos, cada año visito su humilde morada en el estado de Georgia.

Allá, a principios de los 70's, nos conocimos en un bar de mala muerte en Texas, cuando pasaba por ahí, mientras tocaban los Flying Burrito Brothers. Ahí estaba el buen Willy, en la barra moviendo el pie para acompañar el ritmo de la música. Yo me senté a su lado, mientras bebía cantidades peligrosas de bourbon. Desde aquel entonces ya se veía entrado en años, con su barba y su sombrero redneck. El concierto fui magistral, y Willy, a pesar de su ortodoxia musical, apreciaba la música de aquél grupo. Durante la francachela,  hablamos de política, de música, de la familia, y sobre todo de la superioridad del bourbon sobre el escocés. ¿Por qué nos hicimos amigos? lo desconozco, pero desde aquél día, año con año, visito su hogar, donde su dulce esposa siempre prepara alguna comida especial para la ocasión, oh la sweet Marie, como él la llama, se pone colorada siempre que le canto "Absolutely Sweet Marie" de Bob Dylan, y yo disfruto esos panecillos de moras que tan bien prepara, o el Chili con Carne tan especial que pido para llevar.

El tío Willy vive ahora con su esposa y dos nietos, Brian y Marc, los dos con su corte de "cola de pato", ellos de 9 y 12 años respectivamente , a veces nos acompañan a contemplar los bellos paisajes que quedan por ahí, mientras me cubro el rostro con mi sombrero de paja y mastico una espiga de trigo. Los atardeceres se filtran hasta los pulmones, y el sosiego que genera es inigualable. Su hijo trabaja en el norte y no lo he conocido más que en fotos, que me muestra orgulloso.

"Hey tú, qué quieres ser de grande" le dijo Willy a su nieto, quiero ser astronauta dijo Marc, y todos reímos, mientras Willy le frotaba el cabello, "No seas tonto hijo, mejor aprende a tocar la guitarra". Inmediatamente recordé el poema de Raymond Carver, porque, en efecto, también estábamos pelando palos mientras echábamos a perder el día.

Al otro día tocaba yo el banjo y el tío Willy su instrumento favorito, la tabla de lavar. Un instrumento muy raro pero súper efectivo. Improvisamos y a veces Brian interviene con la armónica. El sonido que generamos es auténtico porque es doméstico, y sólo queda en la memoria de cada uno, o en las lagartijas que pasan por ahí.

Alguna vez el tío Willy me contó cuando trabajó como policía, y en una de esas se encargó de detener a Keith Richards "Esos bellacos greñudos y afeminados". No le gusta el rock, pero por alguna extraña razón coincidimos en que los Flying Burrito Brothers son lo que nos unió, desde aquél concierto en el bar de Texas. Tampoco coincidimos de política, él odia a los mexicanos y votará por Donald Trump, incluso ya se cargó a algunos compatriotas aztecas. No entiendo el porqué somos amigos, pero cuando salimos a dar la vuelta, siempre me proporciona un arma.  "Uno no puede confiar ni en su propia sombra, más vale amigo" me dice. Nuestra amistad es extraña, pero efectiva y sincera, aunque ambos sabemos que si alguno sucumbe en medio del desierto, será comida de buitres, mientras el otro seguirá su camino.

En la sala principal pende de la pared principal una guitarra de Woody Guthrie, con la famosa leyenda "This machine kills fascists". Nunca me ha dicho cómo la consiguió, pero es su tesoro, cual bucanero que consigue todo tipo de reliquias en tierras ignotas.

También cuenta con alguna ropa militar del General Robert E. Lee. La guarda con mucho celo, y a veces me cuenta anécdotas de la guerra que asoló al país durante aquellos años, mientras masticamos elotes o bebemos bourbon, nuestra bebida favorita claro está. ¡Qué hermosa es la vida simple, mientras recordamos las hazañas de los grandes y en el pasado glorioso que se fue cual huracán que violenta todo a su paso!

Para compensar sus atenciones, a veces le llevo discos de música vernácula mexicana, que tiende a ponerlo muy contento, mientras señala al sol con su índice. Ya está perdiendo la vista, y parece que reta al sol con su mirada de águila, como esperando que el apagón sea violento.

"Nos vemos pronto amigo, y si Dios me da vida seguiremos tocando y soñando con lo que seremos de grandes" me dijo en mi última visita. Le dije: tal vez nunca seamos grandes amigo y ya es demasiado tarde para intentarlo, pero podemos tocar la guitarra y soñar que Gram Parsons algún día vendrá y nos dirá: oye amigo toca el acompañamiento que hoy es un buen día para tocar.

 

¡Adiós amigo, nos vemos pronto!
 
 

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