Sólo creíamos en la importancia
de hacernos reír a costa de los demás. Sabiendo que los castigos domésticos
eran seguros. Ya apostábamos en un partido contra los malvivientes de la calle,
o contra los hijos de las prostitutas. Nosotros éramos de casa, claro, con la
misma licencia para hacer lo que nos diera en gana en la calle. En la
televisión la Selección siempre perdía, pero en la calle éramos el Manchester
United.
Nuestros programas favoritos, las
Tortugas Ninja, los Cazafantasmas, los Simpsons, los Gremlins, el Nintendo, Reino
Aventura, las palomitas y el refresco helado. Los raspones, las golpizas en la
calle, las buenas calificaciones a pesar
de todo, el contraste de nuestros colegios; yo era afortunado, por estar dentro
de uno privado. Mi peinado a la Benito Juárez, mi vergüenza hacia la
comparación con el exPresidente, mi primer odio hacia el gobierno y hacia el
América, mis monedas de a peso, que pesaban bastante, junto con mis pantalones
desgastados de correr sin rumbo fijo. La promiscuidad de los primos más grandes
con las mujeres, la admiración de los más pequeños. La autoridad de los primos
grandes no se debatía. Sólo se debatía sobre los medios para lo que íbamos a
hacer.
Nos respetaban, incluso las
cucarachas que eran abundantes en la casa de mis abuelos, sólo se limitaban a
pasar sobre nuestros cuerpos para retirarse a lo suyo. ¡Incluso los insectos de
hoy han cambiado! no se puede confiar en un mosquito como se confiaba antes. Yo
piso lo que sea, mato a cualquier insecto sin misericordia, se han esfumado las
esperanzas de cualquier civilidad.
Parece como si nada de aquello
hubiera existido, unos mueren, otros nacen, y sigue girando la rueda de la
fortuna, con la insipidez que se agudiza a cada momento, la insipidez del mundo
futuro, que se acerca nebulosamente sin ninguna esperanza. Ya no somos nada,
hemos sido absorbidos por el mundo, para padecer las estúpidas enfermedades de
los adultos, "¡somos marionetas cuyos hilos son movidos por fuerzas
desconocidas; eso es lo que somos: nada, nada por nosotros mismos!(Büchner).
Recuerdo cuando me quedaba
mirando en el espejo durante horas, pensando si yo era real, o si detrás del
espejo estaba la verdadera vida; tenía miedo de volverme loco, de terminar en
el manicomio, hoy es mi deseo más ferviente. Esos tempranos titubeos se
materializaron años después en mi adolescencia perdida y me vejez prematura.
Aún recuerdo la primera vez que
escuché "Creep" de Radiohead, el escalofrío que me produjo, y el celo
con el que guardaba el cassette. Esa canción fue el preámbulo a la decadencia,
y cuando escuché el Pablo Honey completo entendí todo. Era la verdadera música
de los 90's, y "Creep" sólo el preludio a la "Sinfonía de la Destrucción"
(Megadeth). Todo tenía sentido a partir de entonces. La música se encargó de
armar el rompecabezas que emergió del caos. Un rompecabezas de cartón que es
lanzado a la suerte de la tormenta.
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