No hay duda de que los líderes actuales o las personas más "notables", por lo menos en México, son las personas menos adecuadas. Y no me refiero sólo a líderes políticos, también a los que deciden qué es y qué no es digno de considerarse como artístico y como legado cultural, que implica una aportación al desarrollo de la comunidad o de un país. Esto lo digo por el reciente homenaje a un señor llamado Roberto Gómez Bolaños, quien bien se sabe, es el responsable de crear bazofias cómicas como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, entre otras más que para cualquier ser pensante, representan la cúspide de la pobreza intelectual, moral y cultural del México urbano.
No me explico como alguien tuvo la ocurrencia de homenajear a semejante persona, tal vez en unos años, cuando este señor deje de respirar le dediquen una estatua, lo que no descarto ni por un momento, ya Alex Lora tiene la suya.
Espero no se me acuse de malinchista, y se me diga que en muchos países gustan de tales programas creados por el señor Bolaños, como si el gusto a nivel internacional fuera el referente para definir la calidad de algún producto artístico, o de entretenimiento.
Como siempre, en México ha nacido gente talentosa, pero precisamente por ello tienden a ser relegados a otro plano, o emigran a otros países donde su trabajo puede ser desarrollado con menos limitaciones. Uno de los grandes genios que hadado este país en cuestión musical se llama Juan García Esquivel. Su legado es tremendo, muchos le dicen el padre del lounge, su música es barroca (en el sentido más amplio, no en el sentido del arte barroco que definió una época), ambiciosa, ilimitada, porque parece que los sonidos salen de todas partes.
Este disco que puede usted escuchar, se grabó en 1958, pero la explosión de colores es incesante, se renueva, el tiempo no pasa para esta música. La cantidad de sonidos es realmente demasiada, como si no hubiera espacio para nada más, pues Esquivel tenía la virtud de convertir el espacio sonoro en un festín, que va desde jazz, ritmos latinos, mambo, y lo que fuera, bajo la óptica experimental, no sólo en arreglos complicados, sino en técnicas de grabación.
La primera vez que escuché a este genio fue con un disco de vinilo, titulado "Disco Aventura: Odisea Burbujas" del que Esquivel compone la gran parte de la música, y que fue el resultado de la visión musical de él mismo sobre el programa infantil que estaba bastante pacheco.
Este disco es asombroso, como toda la música que compuso el señor Esquivel, pero tal vez sea uno de los más experimentales, y por lo tanto más sorpresivos.
Si lo que busca estimado lector, es algo novedoso, de calidad, y sobre todo meticuloso y sesudo, pero sin perder el carácter festivo, este disco es el adecuado.
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