martes, 29 de noviembre de 2022

Placeres Terrenales

 Tenía la impresión de encontrarme en una cueva en el mismísimo borde de la futura civilización en compañía de los nuevos cavernícolas cerebrados, un anticipo de los siglos venideros.

Norman Mailer

Después de recibir las gracias por suplir brevemente al batería Ringo Starr, durante la primera gira importante de The Beatles, Jimmie Nicol fue puesto en el aeropuerto con lo que sería su maleta, pero en lugar de ello le pusieron un estuche de guitarra. Mientras esperaba el avión en Melbourne, notó que el estuche hacía ruido, pero lo atribuyó a una crisis nerviosa, una resaca posterior al sueño de ser un Beatle por unos días. 

Más tarde, durante el trayecto que hizo en el Ferry (necesitaba un buen paseo marítimo), al pasar al sanitario, abrió el estuche por curiosidad, ni siquiera notó que no era su maleta, hasta minutos después de que salió del estuche una momia que databa del siglo XVIII, el diminuto ser que salió del estuche-tumba, se desperezó, y saludó a Jimmie, con un saludo de nariz. Sacó su cajita de rapé y le ofreció a Jimmie un polvo aromatizado, como recién salido de las orejas de Dios. Aspiró el cuasi tabaco que fue moda por aquélla época y viajó casi inmediatamente a otro lugar, un lugar extraterrenal, metafísico. Decir lugar suena demasiado racional. Con ojos de plató escuchó que el ser minúsculo dijo: es la Casa de Swedenborg, estamos en Júpiter. Los Arcanos Celestes brindan por ti.

Por un milagro de la ciencia-religiosa (válgame el oxímoron), el ser que emergió de aquél artilugio resultó ser un discípulo de Swedenborg, el ilustre Filósofo Místico Sueco. Le contó todo. El señor Swedenborg nos legó a este ser ¿humano? que sobrevivió en este estuche-tumba de fabricación casera, Lo arrojó al Mar Báltico, y de ahí viajó por el Atlántico ¡por más de 200 años!

Una casa de madreselvas vivientes le daban la bienvenida, le acariciaban, y le respondían a los estímulos más inmediatos, no era precisamente una casa, sino un enmarañado de plantas que en conjunto simulaban cierta coherencia espacial, de la que emergían formas luminosas de colores muy expresivos, pero melancólicos, como una pintura de Monet, con la melancolía  de un Degas. Con su peluca dieciochesca salió Emanuel Swedenborg de la casa, lo saludó con camaradería, y contó que el mismo polvo que había aspirado y le había causado unas risitas nerviosas, era el mismo polvo que él había dado a los más grandes músicos de la historia. Ahora él, sería uno de ellos.

El homúnculo que le llevó hasta allí, le comunicó algunos avances de la batería que serían patrón y vanguardia en su quehacer musical pop. Le mostró el astrolabio de avanzada, de fabricación de manos del mismo Swedenborg, hicieron cálculos, soltaron risotadas, saludaron a los habitantes de otras galaxias, conoció los planos de la Ciudad de Dios, saludó al gran Fidias, y le mostró la maqueta del gran proyecto colectivo.

Comprendió que el dolor nunca desaparece, se anestesia con la Música de las Esferas, como descubrió el gran Pitágoras. La musicología como una rama de la Filosofía, de acuerdo al Magister Musicae Hesse; sí, Hesse no era escritor, era músico  consumado, disfrazado de escritor, de redentor espiritual de la época. Los estorninos crepusculares volaron en fila, uniformes, hacia una luz que desafiaba los axiomas ópticos, de reflexión. Una paz llegó a su corazón, y reflexionó, y sonrió, comprendió que los días con The Beatles fueron grandiosos, pero eran nada, comparados con la música que salía de aquella tierra bendita, de aquella casa-luz-hogar, que habitaba Swedenborg; la casa de los Iluminados.

Pidió permiso para regresar unos años más a la tierra de la aflicción y la desdicha, pero antes escribió en una hoja de papel luz: "¡Te saludo!, ¡oh mente!, ¡oh tesoro celestial de los afligidos y los corazones excelentes!, bendice mi muerte, y resucitaré en aquéllos rayos de luz efervescente, Lux In Aracana, principio de realidad, ¡misterio develado al compás del disfraz solar!"

Al terminar, se arrojó al agujero que le llamaba, sin temor, ni nostalgia. regresó con sus amigos los mortales. Olvidó su copia del With The Beatles en casa de Swedenborg.




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