miércoles, 9 de febrero de 2022

Drake el cerdito valiente

Veo a una juventud desesperada, avocada en construir un espantapájaros con los restos de un pasado romántico, los veo convertirse en líderes, en remedos de empresarios, emprendiendo tareas ridículas, poniendo su ladrillo para un futuro que no les pertenece.

Déjame decirte algo chaval, comencé a ser feliz cuando dejé de competir, cuando me convertí en un atleta del conformismo, un arma letal contra el capitalismo Avant-garde. Fracasé como ciudadano, pero no como ser humano, siempre se puede caer más bajo, Dios nos bendijo con esa condición.

No hay nada más simple y llano que la muerte; a su lado, un diminuto punto negro es un escándalo barroco, no temas a la caída, el barril no tiene fondo.

Es el tiempo de los viejos, viejos por doquier dando órdenes en todos lados, hasta en la maldita almohada, pero sabes qué maestro, estamos solos en el universo, limítate a tu propio tiempo, estamos desapareciendo, y en cuanto a los viejos no les hagas caso, no importa que sea el viejo número uno, sabes a quién me refiero, al que organizó todo esto. Necesitamos más jóvenes enamorados, de esos suicidas que amanecen colgados en un puente medio despintado, ¿alguna vez has entrado a un manicomio? Jajaja pero a los de verdad, no a esas iglesias llenas de suicidas sin pelotas, exacto, necesitamos pelotas para cargar con este peso de tiempos apocados.

Y antes de que te vayas chaval, no te creas que no te escucho, pero créeme, la verdad es transitoria, en un par de horas estarás follando con esa chica que tanto te gusta. Así como los perros, follan, se van y salen a buscar comida, pero nuestro alimento no es solo terrenal, creo que tú me entiendes...

Esas fueron las palabras  que Drake guardó en su joven corazón . Nació cerdito, pero las palabras de el señor León le conmovieron hasta las entrañas. A pesar de todos los privilegios que mecieron su esperado nacimiento, a temprana edad se decantó por las buenas causas, y la duda fue su moneda de cambio ante cualquier situación mundana y metafísica.

León, el jardinero, fue ejecutado cuando se negó a participar en las faenas diarias, nunca intentó enmendar su error. Los demás animales de la granja fueron testigos de su muerte, y no dudaron en ponerse a trabajar. Lo acusaron de bestialismo, cuando se le vio hablando con los animales. Pero Drake, el cerdito valiente, no cedió, y derribó de un empujón a su amo. Todos lo tomaron a broma, y lo "castigaron" colgándole la medalla de "miembro distinguido" de la granja. 

Los padres de Drake, cerdos de raela, eran ampliamente reconocidos en todo el país. Sus dotes para la crianza y las buenas maneras eran imitadas por los demás cerdos, que se regocijaban por su buen gusto a la hora de elegir el lodo. La esmerada educación que le proporcionaron a Drake se hacía evidente a la hora de presentarse en público, el hocico orgulloso, que apuntalaba su sagaz mirada, era el remate perfecto de su osada personalidad, siempre al acecho del error y la mentira.

Drake era consciente de su elevada posición dentro de la granja, de sus privilegios inauditos, como el comer en la mesa con sus amos, los señores de la casa. Y su pensamiento se debatía, entre la justicia y el honor de pertenecer a la alta sociedad animal. 

Cada día se hacía más pesado, cada respiro era un gesto de hipocresía, y cada privilegio era una serpiente en la boca, buscando salir hacia el exterior. Cada mimo era una falsa moneda, que hacía palidecer su honor, así que, un día cualquiera, en vez de mostrar su rosado trasero a los invitados, decidió arrojarse al arroyo que circundaba la granja, no gritó ni gruñió, pero a pesar de todo, nunca pudo quitarse la medalla de "Miembro Distinguido".

Todos creyeron que fue un accidente, sus amigos cerditos aún creen que deseaba convertirse en el numero uno de la estirpe animal. Nadie fue capaz de ver su sincero heroísmo trágico, tal vez porque sus pensamientos siempre reposaron sobre lujos materiales. A pesar del disgusto y el asco hacia los privilegios, jamás los abandonó para sumergirse en el fango de la mendicidad y la mediocridad existencial. Su capacidad para distinguir el buen lodo nunca fue mermada.

Lluvia de verano que en sueños galopa

Soles aguados y cristales de salvia

Finiquita tu ojo pardo, gallardo

Y encuentra, entre todo el holocausto

¡El susurro del canto anunciado!

Fueron sus últimas palabras, grabadas sobre una vieja hoja de papel. Drake, aunque rudamente, sabía escribir.




 

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