miércoles, 4 de diciembre de 2013

"Holler love across the nation"


Uno vuelve a Dios como un niño al lecho materno. Esa es la sensación que tuve cuando escuché “What's going on?” de el gran Marvin Gaye.

Más que un álbum cualquiera, es una plegaria al Señor. Así lo sintió el predicador, y lo concibió como un regalo al Altísimo.

Algunas personas experimentan la religiosidad por la vía musical, otras por vía del alcohol, otras por la iluminación poética, y muchas más por la flagelación impuesta o autoimpuesta. Marvin subió al cielo y anotó notas musicales en su corazón.

El álbum completo, es un llamado a la reflexión, a la salvación humana, un frotar de manos con el enemigo, un canto a la naturaleza, y sobre todo, un canto al amor en general. El disco salió en 1971, en un ambiente de frustración por la política exterior gringa: un ambiente donde traer el cabello largo aún era pecado, y donde aún existían esperanzas en el peace and love.

No sé si por iluminación o por convicciones de antaño, el reverendo del soul, decide escribir canciones más radicales, y las adorna cuidadosamente con arreglos celestiales. Radicales en el sentido “social”, de denuncia ciudadana, y de reprobación moral. Este giro lo llevó a un distanciamiento con la mítica Motown, con quienes estuvo trabajando en amasiato durante un buen rato. En la Motown, creyeron que la música de Gaye sería un aliciente para peleas callejeras, o incluso, estandarte de revueltas en otros lares.
Sin embargo no fue así, porque Gaye estaba dispuesto a perdonar a todos, y yo me inclino ante él y le pido su bendición. Escuchemos la misa que el reverendo nos legó.

jueves, 17 de octubre de 2013

"Todos en esta tierra morimos efectivamente en pecado..." Paracelso.

Decía Paracelso, el célebre alquimista, médico y gurú de los tiempos que anunciaban el fin de la Edad Media: "El Azufre dispone el crecimiento del cuerpo. En realidad todo el cuerpo es Azufre, aunque de tal sutilidad que constantemente se está consumiendo por un fuego invisible".
¿Qué es ese fuego invisible? Yo propongo definirlo como la voluntad irrestricta de acabar con nosotros mismos. Es triste ver que hay personas preocupadas por morir con cabello, o cuidar sus pulmones para donarlos, o simplemente ofrecerlo como sacrificio a la purificación del alma.

La música no permanece, simplemente pasa como un fuego abrasador, y las ascuas que permanecen en nuestra mente, sólo son recuerdos que se desvanecen y esperan un soplo que mantenga viva la llama.

Un álbum capaz de encender esa llama, con acordes y ritmos juguetones es "Angel Dust" de Faith No More.

Lo variopinto y compacto del álbum es lo que llama la atención. Mike Patton, líder de la banda, supo llevar a buen cauce sus inquietudes musicales, hasta terrenos ignotos, que mostraban un preámbulo a sus posteriores experimentos como Mr Bungle y Fantômas.

Cuando el álbum salió a la luz en 1992, el Grunge todavía estaba en boga, mientras que Mike Patton deliraba con nuevas sonoridades, que remitían desde el funk, como al jazz, al metal oxidado ochentero, hasta la llamada música avant-garde.

Si usted conocedor lector, quiere desprenderse un momento de la oleada indie y rememorar la crudeza e incertidumbre de los 90's, escuche con atención el álbum que le traigo. Y en virtud de mantener viva la llama de la vida, que sea la música la que incite, y no la mediocridad y superficialidad.

jueves, 22 de agosto de 2013

Roky estuvo en mi casa.

Me viene a la cabeza el recuerdo del primer acorde "you're gonna miss me" que cayó sobre mi cabeza. Yo llegaba a  casa con un cd que en la portada viene ilustrado con una pirámide universal bajo la tutela de un ojo que lo escudriña todo.
¿Era aquella música un simple recuerdo de la psicodelia que sacudió al sur de EE.UU.?
Definitivamente no. Roky Erickson dejó su sagrado testamento en unas cintas que hasta hoy perviven.

En cuando la bocina gritó, Roky Erickson asomó por la aspillera de la pared que no tiene aspillera. Su ojo traspasó las comisuras de la dimensión que es y que fue, y no será nunca más. Apareció. Traía consigo a Elvis Presley y a un ser mitad cabrío y mitad humano. Lo sujetaban como se sujeta a un enfermo. Pero lo hacían con un respeto que me recordó al sacerdote cuando recibí mi primera hostia en calidad de iniciado. De hecho Roky venía arropado con sotana luminosa, lo que brillaba eran las estrellas incurstadas en la prenda. Tal fue su resplandor, que por algún momento, no supe si era el alba de un día de primavera en la pirámide del Sol. Cuando recuperé la vista, noté también la muceta que parecía un pieza del cuerpo completo de Roky. Como cuando vemos a esas personas, de las que uno no duda ni un segundo de su santidad. Todo les pertenece, incluso su voz, que se ha vuelto ya propiedad privada.

Los que distinguí después, fue el perro de dos cabezas que venía sujetado por una cadena que semejaba a la tela urdida en calabozos. El guiado por el animal que babeaba pus, era nada más y nada menos que Bo Diddley, quien traía sus ilustres gafas negras de pasta gruesa. Sin embargo, por el movimiento de su lazarillo, no dudé en sospechar que Bo estaba ciego. Y sudaba.

Por lo acuciante del momento, permanecí en el sofá inmóvil. Mis manos tiritaban al parejo de las gotas de sudor  que Bo Diddley desprendía a cada ladrido del animal bicéfalo. Mientras Roky gruñía: Now I'm home, I'm home!

Inmediatamente el brazo de una guitarra golpeó mi cabeza inesperadamente. La banda estaba completa, los 13th floor elevators, habían llegado. En un abrir y cerrar de ojos, el animal ya estaba encima de mí, con sus ojos de pitbull y sus patas de fuego sobre mi abdomen. En cuanto volteé,vi a Roky en el atanor, que por la forma, remitía a la Edad Media. Roky veía algo que no vi. De pronto,algo brotó del suelo. Como hongos, aparecieron hombres de pequeña estatura, desnudos, sin pene, tampoco tenían senos. Se abalanzaron sobre Roky y comenzaron a hacerle cosquillas en todo el cuerpo. Roky  sólo reía, todos los demás, incluso el perro, comenzamos a reír también.
El disco del mismo nombre, fue el conjuro al infierno. Fueron minutos. Pero suficientes, como para  no volverlo a hacer.

lunes, 11 de marzo de 2013

Sigo vivo amigos

Después de una larga ausencia, aquí regreso para seguir taladrando y deleitando sus oídos. Estimados lectores, el ser ¿humano? que escribe esto hace tiempo que emprendió el viaje hacia la Luna.
 
A través de contactos ultra-secretos, que por razones obvias no puedo revelar sus identidades, fui testigo de varios espectáculos grotescos, grandilocuentes y aterradores. Durante mi viaje al satélite inspirador de poetas y suicidios amorosos, sufrí una serie de alteraciones fisiológicas que estuve a un paso de la muerte súbita en medio de materia interestelar, cósmica o lo que hubiera fuera de la nave espacial al llegar al mentado destino. Posiblemente mi estilo de vida de autoflagelación y excesos de todo tipo, fue determinante para que mi equilibrio somático fuera tan fuerte como un alfiler entre imanes. Sin embargo la suerte estuvo de mi lado, y aquí estoy para contarles algunas de las cosas más bizarras que presencié durante mi estadía en aquél ya cercano lugar, la Luna.
 
Al poner mi humanidad por primera vez sobre territorio lunar, un ligero y momentáneo calambre me sacudió hasta el último cabello. En una ojeada nerviosa pude notar al fondo una especie de caverna que proyectaba luces neón, de la cual salían sonidos extraños, crepusculares y delirantes. Yo, con mi traje espacial tipo Yuri Gagarin (pues debido al gusto kitsch de mis compañeros, no se me facilitó conseguir uno a la moda) me dispuse a ver de cerca el relieve. Y ¡oh sorpresa! era nada más y nada menos que Attilio Mineo dirigiendo una orquesta compuesta en su mayoría por seres parecidos a focas, pero con el desarrollo de extremidades más parecidas a las de un simio, con una de ellas puesta al piso esclavizada por un grillete. Los fantásticos seres de tres ojos fluorescentes parecían no darse cuenta de mi presencia, pero mi asombro no fue tanto, como al ver a Attilio Mineo con la mitad inferior de su cuerpo convertido en pescado, o algo parecido a un ser acuático.
 
Ahí, mis compañeros y yo (cuatro en total contándome a mí) fuimos testigos de un concierto magistral, que nos hizo olvidar por momentos nuestra pertenencia a la Tierra. Al terminar el festín musical, comimos nuestras latas de comida espacial, y nos dirigimos más tarde a platicar con el director de la orquesta. Llegando a la morada de Mineo, una especie de burbuja plateada que cambiaba a colores chillantes cada 10 segundos, nos recibió una ¿cosa? parlante, que más bien parecía una gran masa de cabellos multicolores. Con ademanes extraños nos guió hacia una sala exuberante, radiante  por la cantidad de objetos inexplicables, donde yacía Attilio Mineo en una especie de pecera gigante, nadando con la destreza de un salmón. Pero lo más gracioso fue verlo nadando con su frac, el mismo que usó cuando presenciamos el concierto. Después de encargarle  a su criado que lo sacara de ahí, con ayuda de una toalla ¿automática? se secó de inmediato y hasta pareció recobrar el peinado con ella.
 
Inmediatamente llegó su extraño criado con las bebidas de cortesía, que si no mal recuerdo, eran una mezcla de la dureza del whisky con la alegría del tequila, sin embargo el sabor era exquisito. Debido a mi debilidad por el alcohol, caí borracho en tierras lunares antes de tiempo, pero recuerdo algunas palabras del gran músico, sobre todo cuando balbuceó como foca parlante: Man or Astro-man?
 
Después del penoso acontecimiento, nos dispusimos a explorar el territorio, sobre todo por el interés geológico y astronómico de uno de mis compañeros, y la morbosidad extraterrestre de otro. Fuimos testigos de centenar de formas extrañas, con morfologías delirantes y colores chirriantes. Otro día presenciamos una fiesta a go-go, donde los extraños seres antropomórficos con trompa de elefante, levantaban y sacudían su prolongación muscular al ritmo del rock and roll cincuentero, bajo una especie de nebulosidad violeta.
 
La confusión mental de que la fui víctima me impide recordar claramente todos los sucesos, mi estancia de 5 días en la Luna, fue determinante para mantenerme inhabilitado por casi un año, al grado de que varios manicomios me abrieron sus puertas. Para que se den cuenta más claramente de estos sucesos, quiero compartir con ustedes un álbum que grabó el músico estadounidense durante su vida en la tierra. Créanme que es un viaje psicotrópico, escúchenlo con cautela y bajo al supervisión de un compañero de confianza.