jueves, 17 de octubre de 2013

"Todos en esta tierra morimos efectivamente en pecado..." Paracelso.

Decía Paracelso, el célebre alquimista, médico y gurú de los tiempos que anunciaban el fin de la Edad Media: "El Azufre dispone el crecimiento del cuerpo. En realidad todo el cuerpo es Azufre, aunque de tal sutilidad que constantemente se está consumiendo por un fuego invisible".
¿Qué es ese fuego invisible? Yo propongo definirlo como la voluntad irrestricta de acabar con nosotros mismos. Es triste ver que hay personas preocupadas por morir con cabello, o cuidar sus pulmones para donarlos, o simplemente ofrecerlo como sacrificio a la purificación del alma.

La música no permanece, simplemente pasa como un fuego abrasador, y las ascuas que permanecen en nuestra mente, sólo son recuerdos que se desvanecen y esperan un soplo que mantenga viva la llama.

Un álbum capaz de encender esa llama, con acordes y ritmos juguetones es "Angel Dust" de Faith No More.

Lo variopinto y compacto del álbum es lo que llama la atención. Mike Patton, líder de la banda, supo llevar a buen cauce sus inquietudes musicales, hasta terrenos ignotos, que mostraban un preámbulo a sus posteriores experimentos como Mr Bungle y Fantômas.

Cuando el álbum salió a la luz en 1992, el Grunge todavía estaba en boga, mientras que Mike Patton deliraba con nuevas sonoridades, que remitían desde el funk, como al jazz, al metal oxidado ochentero, hasta la llamada música avant-garde.

Si usted conocedor lector, quiere desprenderse un momento de la oleada indie y rememorar la crudeza e incertidumbre de los 90's, escuche con atención el álbum que le traigo. Y en virtud de mantener viva la llama de la vida, que sea la música la que incite, y no la mediocridad y superficialidad.

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