domingo, 22 de abril de 2012

Ahora sí, vamos por unas hamburguesas con guacamole

Qué buen disco acabo de escuchar, y lo mejor es que es mexicano, lo sacó un cantante que trae un bagaje cultural respetable, viene arropado por ese sincretismo cultural propio de la frontera norte, más propiamente de Tijuana, esa ciudad violenta, odiada por unos, respetada por otros, única. Se llama Juan Cirerol. Las influencias de este chaval son amplias, desde la música norteña, influencias folk, country, tex-mex y por su puesto todo el petardazo de sonidos propios de esas zonas fronterizas, que guardan en su haber tintes musicales de naciones distintas. Un conductor de radio lo nombró el Johnny Cash de la frontera, y creo que no está tan alejado en su apreciación, porque trae una onda bastante propositiva, en las letras y en la música, que recuerdan por un lado a la parte más virulenta y experimental de Beck.

En este panorama actual del país que ofrece un panorama pobre, porque salen bandas indie que suenan igual, viene al rescate este muchacho con una propuesta distinta, original, y sobre todo anclado en la tradición del rock más añejo.

En su página se puede descargar el disco de forma gratuita, porque el muchacho sabe lo que trae como propuesta, no necesita de publicidad enlodada, mejor deja que su música hable, que sea su carta de presentación.  Esperemos que se mantenga así durante mucho tiempo, al margen de los devoradores de "talentos", que terminan por quitarles esa genialidad.

Señoras y señores, aquí tenemos un verdadero tributo a la amplia música mexicana, una muestra honesta y respetable de hacerlo sin caer en pretensiones "intelectualistas" absurdas, pero tampoco en híbridos carentes de sustancia.


Resized
http://www.valevergasdiscos.com/bands/1-juan-cirerol

lunes, 16 de abril de 2012

Con esta música habría menos sicarios

En un país donde no se lee, las consecuencias son desastrosas. Según las encuestas en México, no se leen ni tres libros en promedio al año, unos dicen que porque los libros son caros, otros que no hay un fomento adecuado a le lectura, pero ¿y las bibliotecas? tenemos en la ciudad creo, bastantes bibliotecas que ofrecen servicios de calidad, el último ejemplo es la tan criticada (vaya paradoja ) Biblioteca Vasconcelos.

Si no se lee, en el plano musical, la cuestión es igual de triste, basta con salir a la calle y darse cuenta de quiénes estamos rodeados, sus gustos son limitados a lo que las cadenas más poderosas de radio y televisión promueven, es decir, el sentido crítico está prácticamente minado. 

Esto no es nuevo, entre las gentes de todas las edades y niveles socioeconómicos, la cuestión varía poco. Los que monopolizan el llamado capital cultural, son unos cuantos (obviamente), que guardan celosamente su acervo, y además están conectados por vínculos cuasi-hereditarios, por eso no es raro que el hijo o la hija de tal persona notable, ocupe en un futuro el papel de sus padres.

Se podrá decir que en nuestro país, una persona tiene que trabajar mucho para mantenerse a él (o a ella) y a su familia, y por lo tan to no tiene tiempo para actividades lúdicas o artísticas. Pero parece que la televisión con sus niveles de rating  en los peores programas, desmiente tal afirmación.

Lo que más preocupa es que tales personas se pierden de muchas cosas que sin duda cambiarían su percepción, en un sentido amplio. Uno de esos discos que para mí tienen ese nivel  es Agaetis Byrjun (1999) de la banda islandesa Sigur Rós.

Cuando salieron a escena, la misma Björk sintió que le iban a tumbar su lugar privilegiado, porque la calidad de esta banda es indiscutible, capaz de elaborar pasajes memorables, que se incrustan hasta en los sueños del escucha. No sé si a esto se le pueda llamar rock, pero sin duda son composiciones que denotan el alto nivel musical con que cuentan los miembros de la banda, y merecen estar en el lugar privilegiado de las mejores bandas de los últimos tiempos, o sea en los últimos 10 años.

Para los que dicen que sólo escucho bandas viejas y anticuadas de viejos amargados, aquí está mi respuesta.


domingo, 8 de abril de 2012

Ahí les va un peso pesado de todos los tiempos

Siempre que voy a una fiesta empiezo animado, con ganas de acabar con todo el alcohol que se anteponga en mi camino, y de pasarla bien, pero últimamente esas fiestas terminan por decepcionarme, y la cruda me arranca de un manotazo la efímera felicidad de estar ebrio. Pero no es por eso que me decepciono,sino por la música. Cuántas veces he ido a casas donde en un principio te dejan seleccionar buena música en la computadora, en un ambiente donde todos, o casi todos, participan poniendo rolas, pero qué pasa, que llega alguien con pretextos como: hay que poner música para bailar, o peor aún, pongan rolas que "nos gusten a todos", y ahí vale madre la diversión.

Cuando empiezan con el reggaetón, la música grupera, la salsa, poco a poco me voy sintiendo más extraño, y es cuando todo se empieza a poner de la patada. Es muy triste ir a fiestas donde siempre ponen esa música, como si el universo musical fuera tan estrecho que a huevo hay que poner "música para bailar", o cuando ya están todos "pedos", se les ocurre poner rolas tipo José José, y similares. Es aún más cómico y triste, cuando conoces a alguien que comparte más o menos tus gustos, pero cuando ponen algo de aquélla música aquél es de los primeros en cantarlas. Ese tipo de personas son los más hipócritas, los que dicen: a mí me gusta de todo, como si el hecho de escuchar "de todo" nos eximiera de la ignorancia musical, o nos hiciera más "sabios". Claro está, que para criticar algo hay que conocerlo, los prejuicios son igual de dañinos, por eso no es correcto hablar por hablar; yo lo digo porque conozco esa música (quién no la conoce), no me llega, no tiene sentido alguno para mi, es un guateque vulgar y ya.

Sé que soy un amargado más que nunca aprendió a bailar, de hecho estoy agradecido con la fortuna por no haber aprendido, me sentiría avergonzado si lo hubiera hecho cuando escribo de esta manera. Pero también creo que este celo que guardamos las personas por la música que compartimos, es lo que la mantiene con ese halo pulcro, que a pesar de tiempos y modas sigue cautivando a los que no se conforman con lo que todos escuchan.

Uno de esos discos que se mantienen en la categoría de la inmortalidad es "Electric Mud" (1968) del mítico, legendario Muddy Waters, quien es una institución en lo que se llama blues, en su vertiente del sonido Chicago. Este disco es especial, porque Waters se metió con la onda psicodélica y tocó una rola de los Rolling Stones, pero a su estilo, entre otros covers más. No hay que decir mucho acerca de este cabrón, es un genio. A disfrutar señores.

[Electric+Mud.jpg]

lunes, 2 de abril de 2012

¿Quién dice que las chicas no saben rockear?

Hay tantas bandas que quiero recomendar en este humilde espacio, que se atiborran todas en mi cabeza hasta que se vuelve difícil discernir correctamente. 

Para tratar de variar un poco el asunto, ésta será una entrada sobre algo extraño, de música totalmente inclasificable, que raye en la locura y lo escandaloso, por lo menos en el sentido musical expresado.

A vece me pregunto ¿hay música bien hecha y música hecha con las patas? creo que depende más de nuestra percepción sensorial, del gusto adquirido por el tiempo y claro de nuestra ignorancia.

Esto lo digo porque hay un disco especial (grabado en 1969), único, emblemático de la contracultura en todos los sentidos, barre con las reglas mínimas para hacer música, es caótico, delirante y hasta chistoso, los punks están en pañales a su lado. Lo hicieron tres hermanas, que a decir de su padre, iban a ser famosas con su grupo musical, porque una bruja lo vio en su bola de cristal, incluso antes de que nacieran las hermanas. Con ese éxito musical que auguraba el padre, metió a las tres chicas en un estudio de grabación, para que mostraran al mundo sus dotes musicales, por supuesto que la idea del padre fue genial en este punto y hasta una muestra de afecto y amor inigualable, porque la fe en sus mujeres fue imbatible. Sólo que había un pequeño  problema: ninguna de las tres tenia la menor idea musical.

Lo que diga sobre ésta música se queda corto, cuando lo escuché por primera vez me quedé confundido, después me gustó, ahora es de mis favoritos. Podemos encontrar aquí reminiscencias de lo que sería el punk más lo-fi, ecos de lo que significa lo indie, y lo más importante y lo que podría considerarse como su mayor aporte, una total falta de respeto hacia la música misma. 

Hay de dos para quien escuche esto, o me manda a la chingada o me felicita, no habrá indiferencia. Hasta la fecha no he escuchado algo más iconoclasta, más subversivo y caótico, un verdadero pastelazo a todos, porque ¿quién decide qué es bueno en el rock? A la chingada, aquí tenemos una muestra de algo hecho con sinceridad, con honestidad, lo que muestra  un aprecio hacia la humanidad, claro está de una forma extraña y ambivalente.


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