"3 de enero del 2015"
Me levanto de mi cama y siento fiebre, me duele la cabeza, y huele a hollín. Similar al apagón de un
televisor de señal analógica cuando se va la luz, mis ojos se cierran
automáticamente. Antes de cerrarse mi visión por completo, en fracciones de
segundo, vislumbro el color rojo , después el amarillo y después el verde, todo
eran absolutos, si es que cabe mencionarlo así.
Lo que me despertó fue una leve brisa
de pelos rugosos y necios; cuando me incorporé por completo, mis manos se
deslizaban sobre una superficie parda, casi amarilla, y de consistencia
viscosa, como si hubiera vómito en una alfombra, pero fina. Sí amigos, estaba
volando sobe un díptero gigante, una mosca gigantesca como en la película La historia sin fin pero sobre !una
mosca! Un eunuco-mosca que apareció a mi derecha dijo: Veritas aedes.
No era un sueño, porque pude
palpar que salía sangre de mis oídos. y la sangre nunca miente. El eunuco-mosca
puso su pata con tres protuberancias sobre mi frente y me mostró una especie de
book fotográfico, donde se narraba mi
viaje desde mis cuarto, hasta ese lugar donde me encontraba ahora. Seguíamos
volando. Mi paso a ese mundo desconocido fue a través de la coladera de mi
baño, y estos seres utilizaron un rayo luminoso como el láser, salió de una
mosca-vidente que portaba unos lentes a la Claudio Yarto, la luz verde me
transformó en un ser diminuto, hasta que caí desmayado ante mi primera
impresión como ser insignificante en mi propio baño.
No sé cuanto duró el viaje sobre
la mosca gigante, pero parecía que volábamos sobre una sopa de fideo con
zanahoria, mientras la mosca vomitaba o escupía bolsas de ese líquido viscoso.
Cuando vi el fanal (o ¿luciérnaga?),
supe que aterrizaríamos por ahí. La mosca-eunuco que vestía un chalequito verde
olivo me tomó del brazo y bajamos hacia una coladera enorme, o por lo menos,
eso me pareció a mí.
Mientras bajábamos la escalera
circular en completa obscuridad, se escuchaba un ruidoso pero molesto ¡zzz,
zzz, zzz! mis oídos seguían sangrando. Al vislumbrar la luz, sentí un chapuzón de materia verde viscosa, la mosca-eunuco
parecía reírse, pero no me soltaba, me guiaba sigilosamente hacia una
multitud de moscas rabiosas. Había
carnívoras, degustando su manjar, había algunas copulando entre ellas, con una desesperación
que las alas se desprendían y quedaban volando por ahí. Había otras que se sacaban
los ojos plateados y los aventaban hacia algún lugar. Ese lugar era un
escenario, y me quedé petrificado cuando vi que ahí tocaba un grupo con un
hombre-mosca como frontman. Yo supe casi
inmediatamente que era el fenecido Lux Interior, y el grupo eran The Cramps, Lux era una mosca pero con
cabeza humana y gritaba y cantaba: I'm a
human fly...
El remolino de moscas, de tamaño
similar al mío, parecían hipnotizadas. Cada guitarrazo de los Cramps se transformaba en movimientos
bruscos de las moscas. Cuando volteé a mi lado para ver a la mosca-eunuco, vi que
estaba solo, vi que ya no me sentía pesado, vi que podía volar, y que el olor a
cloaca ya no me desagradaba, vi que era una mosca también, o por lo menos un
hombre mosca. Disfruté el concierto.
El légamo cubría mis patas
peludas, los toneles no contenían cerveza, sino una deliciosa bebida de
consistencia parecida al pulque, color amarillo crema, con ninfas de mosquito
nadando en el tonel. El efecto no tardó en llegar, mis ojos flotaban como en
una nube de algodón. Vi que el único ser humano presente era Poison Ivy, que movía
las caderas al ritmo de la seca batería. Su melena era como en cualquier
película de los años 50's. Tocaba la guitarra como sólo una diosa sabe.
Al final del nauseabundo
concierto, la melopea llegó. Sentía que flotaba sobre coca-cola.
Cuando volví a abrir mis ojos, ya estaba en mi cuarto y en mi laptop sonaba "God
damn rock and roll" de los Cramps.
Sentí cómo salía una mosca de mi oído izquierdo.
Sólo escapó por la ventana y se
perdió entre los luminosos rayos de luz. Eran las 12:15 pm.
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