Uno vuelve a Dios como un niño al lecho materno. Esa es la
sensación que tuve cuando escuché “What's going on?” de el gran Marvin Gaye.
Más que un álbum cualquiera, es una plegaria al Señor. Así
lo sintió el predicador, y lo concibió como un regalo al Altísimo.
Algunas personas experimentan la religiosidad por la vía
musical, otras por vía del alcohol, otras por la iluminación poética, y muchas
más por la flagelación impuesta o autoimpuesta. Marvin subió al cielo y anotó notas musicales en su corazón.
El álbum completo, es un llamado a la reflexión, a la
salvación humana, un frotar de manos con el enemigo, un canto a la naturaleza,
y sobre todo, un canto al amor en general. El disco salió en 1971, en un
ambiente de frustración por la política exterior gringa: un ambiente donde
traer el cabello largo aún era pecado, y donde aún existían esperanzas en el peace and love.
No sé si por iluminación o por convicciones de antaño, el
reverendo del soul,
decide escribir canciones más radicales, y las adorna cuidadosamente con
arreglos celestiales. Radicales en el sentido “social”, de denuncia ciudadana, y de
reprobación moral. Este giro lo llevó a un distanciamiento con la mítica Motown, con quienes estuvo trabajando en
amasiato durante un buen rato. En la Motown,
creyeron que la música de Gaye sería un aliciente para peleas callejeras, o
incluso, estandarte de revueltas en otros lares.
Sin embargo no fue así, porque Gaye estaba dispuesto a
perdonar a todos, y yo me inclino ante él y le pido su bendición. Escuchemos la
misa que el reverendo nos legó.
